A cinco minutos de la comparecencia en Moncloa, el consenso general entre los (desolados) sanchistas y los (exultantes) antisanchistas era que no cabía otro anuncio que no fuera el de la dimisión.

El comienzo del zigzagueante discurso parecía apuntar por ahí, aunque cuando el reloj sobreimpresionado en la esquina superior derecha de la pantalla marcaba las 11.06, llegó el mensaje que iría a los titulares: “He decidido seguir con más fuerzas si cabe”. Delirio para los propios, decepción máxima para los extraños.

Les tengo dicho ni sé las veces que lo mío no son los pronósticos, pero me van a permitir que me autocite. Aquí mismo escribí el pasado viernes que una de las opciones más ruborizantes sería que, tras cinco días de psicodrama, el amado líder nos comunicara que seguía con “fuerzas renovadas”. Pues casi tal cual, oigan.

Próximo capítulo

Claro que, según voy viendo por las reacciones incluso de personas a las que tenía por dotadas de espíritu crítico y creía incapaces de desayunarse con ruedas de molino, debemos elevar nuestras preces al cielo ante la bendición que nos ha concedido nuestro pastor.

A riesgo de ser señalado una vez más como facha del recopón, me voy a dar el desahogo de anotar aquí y ahora que no trago y, de propina, que me rebelo ante el cesarismo populachero de un tipo que ha montado un psicodrama de cinco duros bajo la coartada de que un juez de aluvión había abierto diligencias requeteprevias por una denuncia difusa contra su esposa que había presentado un grupúsculo faccioso que dispara a todo lo que se mueve y que ahora está más encantado de conocerse que nunca.

Entonemos, en todo caso, con Aitor Esteban que bien está lo que bien acaba. O en la versión del portavoz jeltzale en el Congreso, que lo mejor de este episodio es que ha terminado.

Ahora es el momento de pasar de las palabras a los hechos y hacer que sirva de algo este sofocón innecesario que nos ha regalado Pedro Sánchez. Ojalá haya comenzado de verdad la guerra sin cuartel contra la difusión de trolas y la utilización de los organismos judiciales a beneficio de parte. Me cuesta creerlo.